miércoles, 3 de abril de 2013

Dejen al rey tranquilo

Cada 6 de diciembre los políticos oficiales de este país, los de despacho, coche y iPad sufragados por los contribuyentes, se felicitan, ufanos, recordando la fecha en la que los españoles 'nos dimos' esta democracia en la que vivimos, esta monarquía parlamentaria que, visto lo visto, nos vamos a tener que comer hasta que se nos indigeste. Como en Crónicas carnívoras.
Con el Caudillo todavía caliente, se entiende que hasta Carrillo se hiciese fan de nuestro rey. Más de tres décadas después debería dejar de sorprender (y de asustar) que otros sistemas se vean como alternativas más que adecuadas a nuestra realidad. El problema, claro, es que nunca toca hablar de estas cuestiones. Si no es que ETA mata es que a la gente le preocupan cuestiones como la economía. El caso es que el tiempo pasa y nunca es el momento de hablar claro de la Corona. Ni siquiera algo tan aparentemente inocuo como el tema de la sucesión termina nunca en el programa político, gobierne quien gobierne. Y si eso se evita, no digamos algo todavía más drástico.
Juan Carlos y su familia llevan casi un 'lustro horribilis' a sus espaldas pero no pasa nada. 'Ya escampará', deben de pensar, alineados con otro genio en esto de dejar que sea el tiempo quien termine con cualquier problema, nuestro querido Rajoy. Entre elefantes, Corinnas y operaciones, el asunto del yerno perfecto acosado por la Justicia ha seguido avanzando hasta el último capítulo de hoy, el de la imputación de la infanta por ese monumento a la pillería llamado Nóos. La respuesta por parte de la Casa Real no ha defraudado: ellos nunca comentan decisiones judiciales. Patada a seguir y aquí no ha pasado nada. Algo que no sorprende vistos los antecedentes, el último de ellos el de las cuentas millonarias en Suiza del padre de Su Majestad. Envolverse en la bandera del patriotismo es muy fácil y hasta conveniente si lo que se quiere es ocultar el dinero en un paraíso fiscal a tus queridos compatriotas. De abuelo a nieta, lo que hemos visto estos últimos días nos recuerda el peso de los genes en todo, hasta en la habilidad de  pillar dinero de donde sea y esconderlo a toda costa.
Lástima que ahora tampoco sea el momento de cuestionar la monarquía. No en estos momentos tan duros en los que, de hacerlo, se nos acusaría de ventajistas y de hacer leña del árbol caído. Si eso lo dejamos para más adelante. Ahora es el momento de remar todos juntos para salir de esta crisis. No me sean antipatriotas y dejen al rey tranquilo. Remen. No dejen de remar.