martes, 14 de febrero de 2017

Niemöller y el fútbol

Primero cambiaron el nombre al Milán y lo llamaron Milan,
y yo no dije nada porque yo no era Berlusconi.
Luego Seedorf se convirtió en Seidorf
y a Ibrahimovic lo llamaron Ibrajímovich,
y tampoco dije nada porque no merecía la pena luchar contra los elementos.
Más tarde el CSKA pasó a ser el Cheska,
y yo me reí pero también me callé de nuevo, porque Moscú queda demasiado lejos.
Ahora que el Nápoles empieza a transformarse en el Napoli
yo digo BASTA, alzo mi modesta voz y me rebelo.

Hasta aquí hemos llegado con la tontería.