martes, 31 de diciembre de 2013

Top 2013

10 - Adèle Exarchopoulos
9 - Searching for Sugar Man
8 - Intemperie, de Jesús Carrasco
7 - Lucía Etxebarria en Campamento de verano
6 - El final de Breaking Bad
5 - Ana Botella imitando a Jim Carrey en Buenos Aires
4 - Que el hijo de Alicia Sánchez Camacho sea de Manuel Pimentel
3 - Kiko Rivera (todo él)
2 - El intérprete de signos del funeral de Mandela
1 -

jueves, 19 de diciembre de 2013

La edad de las tinieblas ya está aquí

No sé si durante la Edad Media también sería algo recurrente lo de ver la luz al final del túnel. Los pobres campesinos, agotados, famélicos y eternamente enfermos, caerían rendidos en sus jergones después de una jornada de trabajo de sol a sol con la promesa del señor feudal de que el año siguiente sería mejor que el anterior. Es cierto, en aquella época, cuando no campaba a sus anchas la peste negra era una guerra a sangre y fuego que arrasaba con sus humildes aldeas. Eso sí, al menos durante esa época no tenían que lidiar con el déficit tarifario, la prima a las renovables o la subasta del mercado que hará que nos suban la luz un 8, un 10 o un 12 por ciento a partir de enero.

A este paso, las insaciables eléctricas nos obligarán a apagar paulatinamente las bombillas en nuestras casas, incluso las de bajo consumo, y nos iremos sumiendo, poco a poco, en una nueva edad de las tinieblas que aún no sabemos qué nos deparará. Hace más de cinco siglos la oscuridad dio paso a la imprenta, al descubrimiento de América, a Leonardo y todo el Renacimiento. Ahora nos conformaríamos con entender (aunque sea un poco) el recibo de la luz. Y con que no nos los suban el 10% todos los años.

Nananananá-na-naa-naaa....

jueves, 12 de diciembre de 2013

Zelig en Johannesburgo

Ahora dice que fue la esquizofrenia, que empezó a oír voces en su cabeza justo en el momento en el que comenzaba a traducir al lenguaje de signos los mensajes de los amos del planeta en el funeral de Nelson Mandela. Pero no. No fue la esquizofrenia. Fue algo parecido a lo que le ocurría al Zelig de la película de Woody Allen. Ese camaleón humano que asumía al instante la personalidad de quien estuviera a su lado. Si era un alemán, se convertía en alemán. Si era un abogado, mutaba en abogado. Y si era un negro, pues se transformaba en negro.

El intérprete de sordos se situó en la tribuna y el espíritu de la política se coló en sus venas. De repente, las manos comenzaron a moverse, a hablar, sin decir en realidad NADA. Mientras en las bocas de los dirigentes del planeta se dibujaban expresiones huecas, ideas sin contenido que forman la base de sus oxidados discursos, nuestro pobre protagonista veía impotente cómo su cuerpo se descontrolaba y ejecutaba señales que no significaban NADA.



Al mismo tiempo que los Obama y compañía rendían tributo a Mandela con las inevitables 'libertad', 'tolerancia' o 'paz', el intérprete, poseído por la vacuidad que se respiraba en el estadio Soccer City (de imborrable recuerdo para nuestro Rajoy) no pudo sino mover torpemente sus brazos y echarle después la culpa a la esquizofrenia.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Los 35

En 1996, el año en el que nuestra (casi) inamovible Constitución celebraba su mayoría de edad, el simpar portavoz del Gobierno de entonces la felicitaba con unas declaraciones que no dejaban indiferente a casi nadie. Como nada de lo que, por otra parte, acostumbra a decir Miguel Ángel Rodríguez. “Si fuera una niña hoy se vestiría de largo, y si fuese un ciudadano, podría votar”, vino a decir de la Carta Magna el amigo de Aznar.

Ahora que cumple 35 años, tres décadas y media ya, la Constitución comenzará a adentrarse en la crisis de la mediana edad, esa que aparece sin avisar cuando la juventud comienza a desaparecer por el sumidero del bienestar. Si fuera un hombre comenzaría a perder el pelo y acumular grasa a pasos agigantados en la zona abdominal. Si fuera una mujer, vería cómo la acción gravitatoria le haría una mala jugada a sus pechos, que comenzarían a esta edad un largo viaje hacia la noche.

De cualquier manera, lo que le ocurriría a la Constitución en el caso de que fuera española (algo que cada vez es más discutible), es que estaría luchando (aún) por encontrar un puesto digno en un feroz mercado de trabajo que cercena con sus afilados colmillos los derechos y las ilusiones de quienes consiguen acceder a él. Si la Constitución (española) cumpliera ahora 35 años estaría comprando el billete hacia otro país más acogedor que el que le ha tocado vivir. Otro país en el que poder aplicar los conocimientos que ha adquirido durante toda su vida y que aquí no valen de nada ya. A sus 35 años, quizás, podría empezar a pensar en la emancipación paterna si consiguiera que el casero de ese diminuto piso de alquiler que ha visto le bajara un poco (un poco más) el precio.

Con 35 años, la Constitución estaría cansada ya de un país al que ha dado ya demasiadas oportunidades y del que no ha recibido más satisfacción que aquel gol de Iniesta. Y ni eso.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Cara dura, mandíbula de cristal

Dice la presidenta del Gobierno de Navarra que el merengue con el que cubrieron su cara hace dos años en Toulouse estaba duro, y que ese dulce ataque de protesta le provocó un dolor que jamás había experimentado.

Sorprende que Yolanda Barcina haga alusión a la consistencia del objeto arrojadizo y nos haga intentar creer que estaba lo suficientemente duro como para que llegara a hacerle un daño tan remarcable.


Sorprende, sobre todo, por el rostro duro que luce la dirigente, que no tenía problemas para cobrar hasta 3.400 euros al día en dietas por reuniones sin sustancia de la Junta de Entidades Fundadoras de Caja Navarra, un órgano que no contaba con ninguna función ejecutiva pero que repartía jugosas cantidades entre los asistentes a estas merendolas de negros.

El rostro pétreo de Barcina, sin embargo, se ablandó lo justo como para reintegrar parte de esas sumas y acallar en cierta forma el escándalo que había provocado. De todos modos, el Tribunal Supremo ya se había encargado de archivar la causa que se abrió contra ella por esta habitual manera de engordar las cuentas corrientes de gente como la presidenta.

Lo de los nueve años de prisión (REPITO: nueve años de prisión) que solicita para uno de los agresores que le obsequió con un tartazo en su día es algo anecdótico (de acuerdo, NO LO ES) en una historia que resume a la perfección nuestro día a día con la clase política. Una clase que utiliza el puño de hierro para salvaguardar toda la pasta que puedan levantar(nos) pero que tiene una asombrosamente débil mandíbula de cristal a la hora de encajar el descontento en forma de merengue.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Regreso al futuro socialista

En la escena final de Regreso al futuro II, Marty McFly aparece, ante la sorpresa de Doc, en el mismo lugar del que ha salido tan solo unos segundos antes. El científico al que daba vida Christopher Lloyd no salía de su asombro mientras el protagonista, a quien creía ya a salvo en su espacio temporal correcto, trataba de explicarle lo que había ocurrido. "Me has mandado al futuro, Doc, pero HE VUELTO".
Hoy, en un ambiente de fingida euforia y triunfalismo de diseño, Alfredo Pérez Rubalcaba se dirigía a los asistentes de un engendro denominado 'Conferencia política' con el que el principal partido de la oposición pretendía acercarse a la realidad y a las preocupaciones de su electorado. El secretario general, en este ambiente de aplauso gratis impregnado de socialismo aseguraba que 'el PSOE ha vuelto'.
Como en la película de Zemeckis, el PSOE había emprendido un incierto viaje que Rubalcaba ha querido dar por finalizado en este acto de profunda renovación del partido, con Felipe y Zapatero de cuerpo presente. El PSOE, claro, ha vuelto. Y, como Marty McFly, ha vuelto décadas atrás de su verdadero tiempo. El futuro puede seguir esperando.


miércoles, 30 de octubre de 2013

Atrapados en la Transición

El mismo día en que el PSOE insistía con el temita del Valle de los Caídos y la tumba de Franco, instando al Congreso a trasladar los restos del dictador a otro lugar menos aparatoso, el presidente de esta misma institución presentaba un 'informe técnico' que detalla la localización exacta de los impactos de bala producidos durante el 23-F. Algo fundamental para el sostenimiento de nuestra Democracia, sin ninguna duda.

Me niego a entrar en ese mantra de "con la que está cayendo", pero es inevitable rebelarse contra las prioridades que muchos de nuestros políticos parecen tener. Habrá, claro, a quienes no les resulten en absoluto asuntos menores estas dos noticias. Que vean imprescindible la remodelación del monumento que hizo levantar a mayor gloria de sí mismo el General hace ya unas cuantas décadas. O que crean que es preciso pagar ese estudio para que una empresa diga que 'aquí, aquí y aquí hay agujeros, tengan cuidao'. En nombre de la 'memoria histórica', por supuesto.

No es que los políticos piensen más en saldar cuentas con el pasado que en solucionar el futuro de los ciudadanos. Es que se quedaron atrapados en 1981.

lunes, 14 de octubre de 2013

Leche, cacao, avellanas, azúcar y un vaso de Victorio y Lucchino

Un segundo puede ser suficiente para cambiar nuestros más sólidos principios. En un instante, todo puede caer y volver a resurgir como jamás habríamos imaginado. Un latido, un parpadeo, bastan para que las más brillantes mentes de una generación prendan una mecha que hará que nada sea ya igual.
Hace unos meses, uno de estos cerebros se iluminó como si una supernova acabara de estallar dentro de su cabeza y la idea cobró forma.
Visto ahora, puede parecernos una solemne tontería, claro. "Esto lo hace cualquiera", dice el ignorante delante de un cuadro de Pollock. Pues haberlo hecho tú, listo. En nuestro caso, el visionario tomó algo que forma parte de nuestra infancia, algo aparentemente inmutable, y con una pirueta inconcebible lo hizo más grande. Lo hizo MEJOR.
Porque, cuando la fórmula parecía ser redonda, esta mente introdujo un elemento al que nadie había dado importancia. Introdujo en la ecuación que todos conocemos de memoria una incógnita, una simple 'x', con la que el resultado final era en apariencia el mismo pero, en esencia, superior.
"Tengo una idea", dijo nuestro héroe. "Si añadimos a la leche, al cacao, a la avellana y al azúcar un vaso diseñado por Victorio y Lucchino tendremos el producto definitivo. La Nocilla que los niños del siglo XXI se merecen".
En un instante todo puede cambiar. Para cambiar el futuro solo hace falta agarrarse a uno de esos momentos de inspiración.

martes, 1 de octubre de 2013

Spoiler

Estaba muerto desde el principio.
En la caja estaba la cabeza de su novia.
El tullido era el cerebro de todo el lío.
Se despierta y todo había sido un sueño.
En el avión morían todos.
Se disfrazaba de su madre y las mataba.
Estaban compinchados y engañaron al abogado.
...
Al final ganarán los mismos y perderemos los de siempre.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Universos paralelos

Uno de los argumentos clásicos en las historias de ciencia ficción es el de los universos paralelos, ese escenario que la física cuántica y la teoría de cuerdas nos han hecho desear de manera compulsiva. En esas historias, el protagonista encuentra de la manera más insospechada la puerta a otro mundo prácticamente igual al suyo pero en el que ciertos elementos no son como siempre ha conocido. Pequeñas diferencias como las hamburguesas y las patatas fritas con mayonesa de Ámsterdam, por ejemplo.

El visitante se adentra en ese universo alternativo y, de repente, el presidente de los Estados Unidos es negro, el Papa nunca ha sido de derechas y hasta parece progresista y Celia Villalobos preside el Congreso de los Diputados, aunque sea de manera circunstancial. Lo primero que hace el protagonista, claro, es buscar un periódico (en ese mundo todavía existen) para buscar respuestas, para entender lo que ocurre a su alrededor. Y entonces lo entiende. El rey está otra vez en el hospital, rodeado de toda la corte habitual de aduladores y aprovechados, Gibraltar sigue siendo la cortina política perfecta y Rajoy preside una nación que, de tanto crecer, está a punto de llegar a la nada más absoluta. No hay un universo paralelo, claro. Es la realidad la que se salió hace tiempo (¿estuvo alguna vez dentro?) del carril de la lógica y nos arrastró con ella a esta otra vía que discurre a su lado pero que jamás volverá a cortar. A veces, simplemente, recordamos que la otra existe y hasta nos parece que podemos regresar a ella. Que volvemos y la pisamos, y notamos todas esas pequeñas diferencias. Hasta que el periódico nos sacude con toda la violencia que un trozo de papel puede hacerlo y nos sitúa de nuevo en nuestra verdadera realidad. La paralela.



domingo, 8 de septiembre de 2013

Tongo olímpico

Una vez más, el atávico odio hacia nuestro país, la envidia que el resto del mundo nos tiene por ser LOS MEJORES del planeta, nos ha dejado sin Juegos Olímpicos

De nada ha servido tener EL MEJOR proyecto (lo cierto es que nadie conocía los otros dos, pero no importa: el nuestro ganaba y punto, esto es así). De nada ha servido porque los miembros del COI, sensatos, cabales y prudentes si nos hubieran elegido, mutaron en viles sanguijuelas corruptas en el momento en el que decidieron votar otra opción. No sé qué es lo que quieren estos señoritos. Pero si es que tenemos DE TODO. Sitios para ver, gente simpática, cafés con leche en la Plaza Mayor... ¡Si les pusimos un vídeo con Antonio Banderas y Alejandro Sanz! ¿Pero qué más quieren? Si hasta el príncipe, tan preparado, tan formal, tan Borbón, estaba en Buenos Aires para apoyar la candidatura. Él, su mujer y otras 200 personalidades de todo pelo a las que les pagamos el viaje porque su presencia allí era IMPRESCINDIBLE. 

No sé qué puede haber fallado. ¿Qué quieren? ¿Fiabilidad, solvencia, desarrollo tecnológico, seriedad? ¿De verdad eso es importante? ¿Pero es que no se fijaron en la ilusión que le puso la alcaldesa en su intervención? ¡Pero si hasta casi se entendió lo que quiso decir!



Mientras el nombre de Madrid se caía de la carrera olímpica, una palabra recorrió el mundo entero: TONGO.

viernes, 23 de agosto de 2013

El cuponazo

Desde hace varios meses escucho, unas cuantas veces a la semana (las consecuencias de escuchar las mismas emisoras de radio a las mismas horas) una cuña de la ONCE que me pone, literalmente, de los nervios. Anuncia el cupón de los viernes, más sustancioso que el diario, y está ambientado en lo que parece una redacción de periódico o algo parecido, obsesionada por recoger las declaraciones de todos los afortunados con ese premio.

El anuncio nos quiere vender que un montón de personas de todo el país ganan cada viernes ese cuponazo. La voz que nos guía por el spot es la del jefe de esa redacción ficticia, que dice algo así: "Ya hay ganadores del cupón de la ONCE de hoy, y tenemos que llegar a todos ellos. Fulanito, acércame el plano. A ver, Menganito, hay una familia en Cáceres, una pareja de jubilados en Mérida, y, YA QUE ESTÁS POR AHÍ, ¿podrás conseguir también al que ha ganado en PONFERRADA?"

Pero la flexibilidad geográfica no se queda ahí. Después de Menganito le toca el turno a Zutanito, auténtico héroe del anuncio. "Y tú, Zutanito, vete rápido para hablar con los ganadores de Oviedo y Santander. ¿Y podrás también con el de CARTAGENA?"

Será que me mosqueo por cualquier cosa, pero ¿tan difícil es hacer el mismo anuncio con un poco (un poco, solo) de precisión?

miércoles, 21 de agosto de 2013

Los dos deditos

Lo de los deditos. Los habéis visto, ¿no? Sabéis de qué va el asunto. La foto, la sonrisita cómplice, el brazo flexionado y los dedos índice y corazón extendidos, como diciendo "me faltan dos hervores". No uno, dos. Sí, estoy seguro de que no hace falta insistiros para que sepáis a qué me estoy refiriendo.

                                                      A mí es que me faltan cuatro.

No sé dónde comenzó la moda. Tampoco me hace falta saberlo, como tampoco conocer el foco preciso en el que se originó la peste negra. O la gripe española. Esta otra epidemia (¿podemos hablar de pandemia ya?) quizás no parezca tan letal como esas otras, pero la infección parece imparable y las consecuencias, imprevisibles. ¿Llegó desde el otro lado del Atlántico, de manos (y dedos) de algún futbolista a quien le faltan -precisamente- dos dedos de frente?

                                                                         Dani todavía está por la tabla del uno.

Ya digo que no lo sé. No me importa. Me preocupan más sus efectos devastadores, ya presentes en las fotografías que vemos a diario. ¿Copas con los amigos? Dos dedos. ¿La comunión del primo Rafa? Dos dedos. ¿Cenas de empresa? Dos dedos. ¿Renovar el DNI? Dos dedos.

¿Qué nos quieren decir con ese gesto? ¿Se trata de algún complejo código vetado para el hombre de a pie? ¿Es acaso algún tipo de contraseña para acceder a los locales de moda por los que se mueven estos personajes? ¿Terminará la humanidad abducida por tan ridículo comportamiento? Que levante la mano quien esté conmigo en esta lucha por la dignidad a la hora de posar para una foto. Pero, por favor, que deje los dedos en paz.

miércoles, 14 de agosto de 2013

¡Aforado!

La pasarela político-judicial por la que durante todo el año pasean nuestros cargos públicos para charlar durante unas horas con algún juez tiene como protagonistas estos días a antiguos y actuales secretarios generales del Partido Popular. Álvarez Cascos, Arenas y Cospedal han desfilado por ella para dejar las cosas claras en este asunto de los papeles y los sobresueldos. Han dejado claro, por supuesto, que no recuerdan nada y que no les consta que se hayan forrado (aún más) de una manera alejada de la más estricta legalidad.
En su camino hacia el entogado Ruz han tenido que escuchar los gritos y los insultos de esa otra cara de la realidad que, lejos de disfrutar de cuentas en Suiza, ha visto esquilmados sus pocos ahorros de toda una vida por culpa, en parte, de la codicia del sistema financiero y de la dejación de funciones de los políticos. Mientras el habitualmente dicharachero Javier Arenas (más circunspecto en esta ocasión) accedía a la Audiencia, sonaron los clásicos epítetos. “¡Ladrón! ¡Chorizo!”. Lo habitual, vamos. Pero hete aquí que uno de esos ‘preferentistas, en un arranque de genio, de lucidez meridiana, le dedicó un estruendoso “¡AFORADO!” que casi me tira del sofá. Me recordó a ese glorioso momento en el que el alcalde de Amanece, que no es poco entraba en el pueblo entre los vítores de sus vecinos. ¡Alcalde, todos somos contingentes, pero tú eres necesario!, le gritaban.


Agotados todos los adjetivos que podemos dedicarles a nuestros gobernantes, exhausta nuestra capacidad de indignación, finiquitado el diccionario de insultos, es hora de abrir nuevos caminos léxicos para expresar nuestra rabia. ‘Aforado’ como descalificativo es un hallazgo semántico que debería ser la punta de lanza de un moderno catálogo de palabras gruesas contra nuestros mandatarios.
“¡Mangante! ¡Legislador! ¡Corrupto! ¡SENADOR!” Yo lo veo.

viernes, 2 de agosto de 2013

El sabio, los tontos y la Luna

Cuando el sabio señala la Luna, el tonto mira el dedo. De sobra lo saben nuestro presidente y su equipo de comunicación, autores de anteriores éxitos como 'la niña de Rajoy'. Su último hallazgo ha sido ese 'fin de la cita' que se convirtió, de manera irremediable, en lo más comentado tras su comparecencia para aclarar el asunto de Bárcenas, los sobresueldos y la financiación ilegal de su partido. Evidentemente, Mariano saldó todo el asunto con un atronador 'no a todo' y, hábil cual prestidigitador, nos engañó con ese recurso que nos distrajo durante todo el día y nos hizo olvidar (casi) los motivos importantes de su presencia en el Senado. Rajoy se hace el tonto, pone cara de tonto, reconoce haber sido un tonto por confiar en su extesorero. Pero, en confianza, ¿quién se ha quedado mirando el dedo mientras él nos señalaba la luna de Valencia? ¿Quiénes son los tontos en esta comedia?


                                                                Allí, miren allí. No se lo pierdan.

viernes, 26 de julio de 2013

Toros

Justo en este momento es cuando lamentas tener seis años, ser todavía un renacuajo y no poder ver con claridad todo lo que sucede detrás de ese muro humano que se levanta ante tus ojos. La corrida ya ha terminado y los curiosos se arremolinan junto a la puerta que tienen que atravesar las estrellas de la tarde. Te pones de puntillas, buscas en cualquier rendija que se abre ante ti para vislumbrar a los caballos que desfilan de la mano de los picadores, todavía con el castoreño en la cabeza. Te sorprende la ropa que llevan, pequeñas piezas de armadura que chocan entre sí y producen un ruido que nunca antes habías oído.

La gente grita. Hay silbidos. La melé en la que estás metido se apiña todavía más cuando son los matadores quienes aparecen. Además, hoy estaba él en el cartel. Ha anunciado que se retira al final de la temporada, así que es una de las últimas oportunidades para verlo enfundado en el traje de luces. Das un pequeño salto, pero el hombre que fuma un puro delante de ti te tapa por completo la visión. Tu padre te levanta y te acerca a esas figuras que sonríen y saludan a unos metros de ti. Consigue hacerse un hueco y te acerca todavía más. Extiendes la mano, con el cuerpo retorcido, y tocas su brazo. En realidad, podría ser cualquier otro brazo, el de cualquier miembro de la cuadrilla que le escolta en su camino. Has sentido los bordados de la chaquetilla, el hilo de oro que adorna una pieza que pocas veces volverá a vestir. Era el brazo con el que mueve una muleta muy diferente a la que tienes tú en casa y con la que improvisas derechazos y naturales para el jolgorio de la familia. Tu padre te la fabricó con los restos que quedan en la fábrica. Trabaja en FASA, en la sección de tapicería. De hecho, esa tela con la que juegas a ser torero es la misma que cubre los asientos del Renault 6 en el que vais al pueblo todos los veranos. 

Solo unos días después de esa tarde te dirán que un toro corneó al torero y que murió en la misma enfermería de la plaza. Tiempo después será el otro protagonista de la historia quien te deje para siempre, aunque de una forma mucho más prosaica, nada mítica. La muleta terminará olvidada en algún armario, pero seguirás viendo los toros con los mismos ojos que cuando tenías seis años. La gente te dirá que es un espectáculo salvaje, una tortura que debería prohibirse. Y tú les entiendes, y hasta les darás la razón. Pero lo seguirás disfrutando siempre.

La única solidaridad en la que creo

martes, 16 de julio de 2013

El bigote de Schrödinger

El bigote de Schrödinger de Aznar es la clave. Ese mostacho que cubre (y no cubre) el rostro del expresidente, esa extensión de pelo que existe pero que a la vez es sólo una ilusión que nos parece vislumbrar, es la pieza que explica nuestra realidad.

Los ‘papeles de Bárcenas’, también. Las anotaciones que no eran más que una burda manipulación eran a la vez las pruebas contundentes que deberían derribar todo un Gobierno. Pero, como en el caso del bigote, no son ni una cosa ni otra. Son la prueba de un sistema corrupto, podrido por definición, y al tiempo simples cifras que terminarán olvidadas, mientras dejan un rastro tan leve, tan impreciso, como el (no)bigote aznariano.

                                                                Parece que sí pero no.

Los sobresueldos haberlos, haylos, como las paisanas de Rajoy. Pero, como las escurridizas meigas, es complicado certificar su existencia de manera fehaciente. Los intuimos, nos parece verlos en esos sobres que se mueven por lujosos despachos del centro de la capital. Juraríamos que podemos oler el aroma de los billetes de 500 euros recién salidos de la oficina de Bankia más cercana. Billetes todavía frescos que mancharían de tinta las manos de los agraciados. Pero esos sobres ya no existen, dejaron de hacerlo hace mucho tiempo. Tanto que ya no podemos estar seguros de que, en realidad, llegaron a existir.

La integridad de Luis el cabrón estaba a prueba de cualquier tipo de insidias. Era un tesorero intachable y un senador ejemplar. Ahora sabemos que, al mismo tiempo era un delincuente que se enriquecía de espaldas al partido, un traidor a las siglas, un ser despreciable de la peor calaña. De hecho, ¿de quién estamos hablando? ¿Bárcenas? No nos consta, no sabemos quién es, pregunten en el edificio de aquí al lado. Hace años nos pareció que había alguien parecido por aquí, pero ahora sabemos que fue todo una ilusión.

Mariano, como el bigote de Schrödinger, mantiene una dualidad incomprensible para alguien alejado de la política que le permite gobernar un país cuando ya no es más que un animal moribundo. Comparece ante unos periodistas que ya no pueden preguntar para ofrecer respuestas que no aclaran ninguna de nuestras dudas.

Cuando Aznar regresó de entre los muertos con esa sombra debajo de su nariz lo que de verdad hacía era advertirnos de la nueva realidad en la que vivimos. Todo parece cierto. Y lo es. Pero todo es mentira.

lunes, 1 de julio de 2013

Después vinieron por los delgados

Los expertos dicen que es la plaga del siglo XXI y no es para menos. Silenciosa, paciente y letal. Así es esta plaga que lleva años infiltrándose entre nosotros, haciéndose fuerte, y que ha alcanzado hitos que ya ni siquiera cuestionamos, que ya damos por lógica y absolutamente normales.

No hablo de ese insólito tallaje que nos encontramos en muchas tiendas de ropa. Prendas que van desde una talla ‘S’ que sólo podría llenar alguien con evidente sobrepeso hasta mastodónticas ‘XXXL’ ideales para esa nueva raza de superhombres que pueblan las aceras: los gordos de solemnidad.

Tampoco hablo de los productos que podemos comprar en cualquier supermercado para cubrir nuestras más básicas necesidades alimenticias. Botes gigantescos de mayonesa, envases de salchichas del tamaño de calabacines o bandejas de carne que podrían alimentar a familias enteras durante varios días. Todo ello pensado, entre otros, para quienes hacen de la comida su  principal ocupación y no encuentran límites a la hora de engullir. Pero ojo, que, en contraposición a eso, también tenemos una selección inabarcable de productos ‘light’ para gordos arrepentidos en plena fase de curación. O comida gigante o comida de mentira. De lo normal ya no nos queda nada.

                                        Antes era de Tony Montana, pero ahora el mundo es nuestro

Pero vamos a lo que nos ocupa, una afrenta que va más allá de estas anécdotas y que pone en peligro una Justicia a la que cualquier sociedad avanzada debería aspirar. Porque, ¿qué es eso que a la hora de embarcar en un avión el equipaje que subimos tenga un peso máximo idéntico para todos los pasajeros? La ecuación es muy simple. Si quien se sienta a mi lado pesa 130 kilos y su maleta los 20 reglamentarios, está cargando el avión con un total de 150 kilogramos. Si a mí, con mis 60 kilos, únicamente me dejan transportar ese mismo tope de equipaje, apenas aportaré 80 kilos en total a la carga del vuelo. Y, sin embargo, pagaré LO MISMO que mi compañero de viaje. Miren en su interior y reflexionen: ¿es esto de verdad justo? ¿No sería más lógico establecer una especie de tarifa plana intermedia de, supongamos, 100 kilos en total? Es decir, que el peso del pasajero y del equipaje no podrá superar esa cifra, y a partir de ahí se establecería un suplemento para quien lo rebasara. No se mientan. No intenten ser políticamente correctos. Respondan con franqueza. ¿Es que no es esto que planteo coherente?

Sin embargo, no tengo esperanzas en que las compañías aéreas pongan freno a este disparate, esta bofetada para quienes tenemos la desgracia de tener un peso recomendado por la OMS. Y no lo harán por este lobby obeso que ya logró imponer su criterio de que ‘los gordos son más felices que las personas delgadas’ y que continúa ganando batallas sin que le prestemos atención. Como la plaga que es.


viernes, 28 de junio de 2013

El esfuerzo os hará libres

El fútbol es una fuente de conocimientos a priori absurdos e inútiles pero que nos sacan de infinidad de apuros en conversaciones atascadas con amigos y/o conocidos. Gracias a la Copa Confederaciones, en la que participaba una sorprendente Tahití, campeona de Oceanía, me enteré de que la potencia balompédica de aquel continente, Australia, había renunciado a competir con sus diminutos vecinos y prefería medirse a las selecciones asiáticas. Detonantes para tomar esta decisión fueron partidos como el que la enfrentó a la correosa Samoa Americana hace unos cuantos años, a la que derrotó por un estrecho 31 a 0. Marcarle una o dos docenas de goles a la mayoría de equipos contra los que jugaba era un freno, entiendo que pensaron los dirigentes australianos, a la progresión de una selección que quiere competir de tú a tú con rivales de mayor enjundia. Así que han optado por abandonar la confederación oceánica, donde tenían asegurada la clasificación para los Mundiales, por ejemplo, y medirse a naciones más potentes, que les exigirán un mayor esfuerzo pero también una mayor satisfacción cuando alcancen su objetivo. Australianos…



Ahora es cuando nos ponemos el traje de tertulianos e imaginamos lo que ocurriría si en lugar de Australia habláramos, no sé, por ejemplo…. de España. ¿Renunciaríamos a un premio asegurado pero poco satisfactorio, como el país de los canguros, o preferiríamos seguir siendo la gigantesca cabeza de un minúsculo ratón? Como aquí lo único que nos gusta más que tirar piedras al tejado del vecino es tirarlas sobre el nuestro, la respuesta está más que clara. Que se esfuercen los otros, que aquí no nos compensa.

De esta cortina de humo de las becas con las que el inefable Wert nos ha distraído estas semanas, lo que menos entiendo es la constante alusión al ‘esfuerzo’ que pide a los alumnos. Como si con eso se arreglara todo, beca incluida. Porque en el país del enchufe y los cargos de libre designación, de los políticos de carrera y de liberales subvencionados, lo que menos cuenta a la hora de prosperar es el esfuerzo. Porque mientras el mayor esfuerzo necesario para agarrar un butacón (y un coche) oficial, sueldo, sobresueldo, compensación de sueldo, dietas y sobres sea la lealtad a unas siglas, nada de lo que diga el Wert de turno tendrá la legitimidad necesaria. Mientras el esfuerzo se pague con el exilio profesional, los ministros podrán decir misa, pero seguirán sin tener autoridad moral frente a los ciudadanos.

Así que, señores, esfuércense un poquito. Y piensen en los demás.

jueves, 27 de junio de 2013

Titulares (de reserva)

En Valencia supongo que el Boss habría hecho una buena horchata con todos sus clásicos. O, yo qué sé, habría aliñado un buen cocido de rock para sus seguidores madrileños. 

Hace unos días fallecía Miguel Narros y estaba claro que alguno no se iba a resistir a despedirle ‘bajando el telón’. Aunque lo que más me gustó en la última semana fue lo de Messi de viaje en Milán. Resulta que el ‘astro argentino’ (qué rancio queda esto de ‘astro’ a estas alturas, ¿no?), en pleno escándalo por sus despistes con Hacienda, estuvo en Italia para un sarao con Dolce y Gabbana, que también son ganas de alimentar los malos pensamientos. Así que el titular estaba más que claro: ‘Messi se evade en Milán’.

Si no fuera por estas cosas, qué aburridas serían las noticias.

lunes, 27 de mayo de 2013

De Sabrina y la memoria

Hace más o menos 25 años España alcanzaba su madurez sexual definitiva cuando, en plena Nochevieja, veía asombrada cómo un misil tierra-aire en forma de pecho de Sabrina salía disparado mientras la italiana perpetraba Boys, boys, boys. Unos años antes, la madurez que se alcanzaba (a la española, todo hay que decirlo) era la democrática, después de que fracasase el golpe de Estado escenificado por Tejero con su célebre “se sienten, coño”. Esa madurez democrática se había gestado durante el lustro anterior en una Transición modélica que enterró viejas heridas y que nos ha permitido disfrutar del período de estabilidad más duradero de nuestra historia.

Eso ocurrió así, ¿verdad? Lo vivimos, nos acordamos de todo. Podríamos jurarlo. Aunque, en realidad, el percance de Sabrina sucedió cuando interpretaba otra canción, la mítica frase no aparece por ninguna parte y la Transición… Sí, fue todo modélico, claro.



Nos empeñamos en distorsionar la realidad. O dejamos que nos la distorsionen. Por comodidad, por desidia, por falta de interés. La Biblia no habla de ninguna manzana en el Jardín del Edén, pero a nadie se le ocurre discutir que no fuera una manzana el fruto de la discordia.

Ahora Aznar ha regresado al mundo de los mortales, ese que un día decidió que le quedaba pequeño, y nos ofrece una versión de la realidad que a muchos nos cuesta digerir. Ni siquiera Berlusconi se libra de la nueva interpretación del mundo que ofrece el expresidente. Quien fuera un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo del político italiano desprecia ahora su nombre y lo deja a la altura de cualquier delincuente de medio pelo (pelo injertado, por cierto).

La actitud de Aznar, en cualquier caso, no debería extrañarnos. Rubalcaba sigue descargando responsabilidad en el partido de la acera de enfrente en lo referente a un desastre económico en el que él mismo participó por acción u omisión. En Valencia no tienen dinero ni para calentar las escuelas, pero todo es culpa de Zapatero y no de unas obras megalómanas en cuyas inauguraciones Camps podía lucir los trajes que se pagaba religiosamente. Sadam era un peligro para la Humanidad. Y el rey nos salvó del abismo.

Todo ocurrió así. ¿Ya no os acordáis?

jueves, 23 de mayo de 2013

Educación bipolar

No tengo muy claro si es peor retroceder varias décadas en cuestiones básicas cada ciertos años o pretender ser punta de lanza de un futuro incierto cada ciertos otros. Es decir, entre el avance y el retroceso me quedo con lo primero, pero no sé si compensan los continuos vaivenes a los que nos vemos sometidos. Hablo de un sistema educativo instalado en un permanente estado de psicosis, en un eterno estado de mutación, en una bipolaridad alentada por unos partidos a quienes poco les importa el futuro de los ciudadanos y mucho la posibilidad de implantar su código ideológico vía educación a las futuras generaciones.



Traer de vuelta la asignatura de Religión con todas las prebendas de hace décadas no puede ser nunca, reconozcámoslo, una apuesta de progreso. Y, ojo, probablemente esta sea una de las cuestiones de menor importancia de una recién aprobada ley en la que el consenso con oposición, educadores, padres y alumnos ha sido, digamos, escaso. Es necesario primar el esfuerzo, por supuesto. Es preciso acabar con unas cifras de abandono escolar alarmantes (el pinchazo de la construcción probablemente ayude a retener a muchos alumnos en las aulas). Y son esenciales reformas para elevar la calidad del sistema. Pero lo más fundamental es una estabilidad en ese mismo sistema que supondría, para los grandes partidos, alcanzar acuerdos y ceder en puntos clave de sus programas, cosas imposibles de llevar a cabo por culpa de su egoísmo y su falta de altura política.

La respuesta del PSOE a la enésima reforma del PP nos lo ha dejado una vez claro a todos: lo primero que harán en cuanto recuperen el poder (no os hagáis ilusiones con lo del fin del bipartidismo, ese día llegará) será, por supuesto, volver a reformar. Nos volverán a intentar convencer: “es por el bien de la sociedad y por el futuro de los alumnos”. Pero claro, ya no les creeremos.

jueves, 9 de mayo de 2013

Todos iguales. Todos idiotas

No quiero volver a entrar en el machismo del lenguaje, en la forma en la que el hombre (el hombre en su forma masculina) ha moldeado a su antojo el diccionario para desequilibrar en su favor la balanza de los sexos. Porque, oigan, es muy probable que sea cierto, y que las voces que se alzan en contra de esta desigualdad léxica tengan razón.
Lo que tengo bastante claro, eso sí, es que las arrobas no darán la razón a quienes exigen un cambio de mentalidad, una nueva forma de entender el lenguaje. Ni 'l@s niñ@s' serán más iguales por escribir como idiot@s ni los mayores verán la luz por una cuestión tan peregrina. La conducta no la marca el lenguaje. En todo caso, el lenguaje es un reflejo más de la realidad que vivimos.
En fin. No me lío, no merece la pena. Todo esto venía por la carta de la revista Mongolia que está aquí al lado y que me ha mostrado de nuevo hasta dónde llega la estupidez humana. Y no por la respuesta que, en un rápido conteo de los comentarios leídos en la fuente original de la imagen, era lo que ofendía a los lectores. Sino por una carta que, de ridícula, parece una parodia de ese igualitarismo exacerbado que lucha por nivelarnos a todos por debajo. Todos idiotas, vale. Pero todos iguales, que es lo importante.

miércoles, 3 de abril de 2013

Dejen al rey tranquilo

Cada 6 de diciembre los políticos oficiales de este país, los de despacho, coche y iPad sufragados por los contribuyentes, se felicitan, ufanos, recordando la fecha en la que los españoles 'nos dimos' esta democracia en la que vivimos, esta monarquía parlamentaria que, visto lo visto, nos vamos a tener que comer hasta que se nos indigeste. Como en Crónicas carnívoras.
Con el Caudillo todavía caliente, se entiende que hasta Carrillo se hiciese fan de nuestro rey. Más de tres décadas después debería dejar de sorprender (y de asustar) que otros sistemas se vean como alternativas más que adecuadas a nuestra realidad. El problema, claro, es que nunca toca hablar de estas cuestiones. Si no es que ETA mata es que a la gente le preocupan cuestiones como la economía. El caso es que el tiempo pasa y nunca es el momento de hablar claro de la Corona. Ni siquiera algo tan aparentemente inocuo como el tema de la sucesión termina nunca en el programa político, gobierne quien gobierne. Y si eso se evita, no digamos algo todavía más drástico.
Juan Carlos y su familia llevan casi un 'lustro horribilis' a sus espaldas pero no pasa nada. 'Ya escampará', deben de pensar, alineados con otro genio en esto de dejar que sea el tiempo quien termine con cualquier problema, nuestro querido Rajoy. Entre elefantes, Corinnas y operaciones, el asunto del yerno perfecto acosado por la Justicia ha seguido avanzando hasta el último capítulo de hoy, el de la imputación de la infanta por ese monumento a la pillería llamado Nóos. La respuesta por parte de la Casa Real no ha defraudado: ellos nunca comentan decisiones judiciales. Patada a seguir y aquí no ha pasado nada. Algo que no sorprende vistos los antecedentes, el último de ellos el de las cuentas millonarias en Suiza del padre de Su Majestad. Envolverse en la bandera del patriotismo es muy fácil y hasta conveniente si lo que se quiere es ocultar el dinero en un paraíso fiscal a tus queridos compatriotas. De abuelo a nieta, lo que hemos visto estos últimos días nos recuerda el peso de los genes en todo, hasta en la habilidad de  pillar dinero de donde sea y esconderlo a toda costa.
Lástima que ahora tampoco sea el momento de cuestionar la monarquía. No en estos momentos tan duros en los que, de hacerlo, se nos acusaría de ventajistas y de hacer leña del árbol caído. Si eso lo dejamos para más adelante. Ahora es el momento de remar todos juntos para salir de esta crisis. No me sean antipatriotas y dejen al rey tranquilo. Remen. No dejen de remar.

viernes, 22 de marzo de 2013

Sanfermines de imputados

Son las nueve de la mañana y una muchedumbre se agolpa junto al portal. Las cámaras registran todo lo que ocurre alrededor y los vecinos sortean a los periodistas mientras tratan de entrar o salir de sus viviendas. A la hora prevista ("es extremadamente puntual", nos recuerdan) aparece en la puerta el objeto de deseo de los medios. Docenas de personas están frente a él, le cubren la cara con los micrófonos, le gritan, le jalean para que haga alguna declaración (lo que sea, nos da igual, DIGA ALGO), pero él no se inmuta. Avanza de manera firme y provoca en toda esa gente un efecto similar al que Charlton Heston lograba ante al Mar Rojo. Lo que antes era una masa compacta se convierte en los dos flancos de un pasillo que lo escolta hasta el coche, que espera, paciente, a apenas diez metros del portal. Sube al vehículo y se aleja con premura de su casa.
Y deja a los periodistas con la tarea de comentar la jugada. "Ha sido una salida fugaz, no ha hecho declaraciones y se ha marchado en dirección a la Audiencia". "¿Podemos ver las imágenes de nuevo?", preguntan desde el plató. Lo cierto es que no hay mucho que ver. Han sido diez, quince segundos como máximo, pero hay que rellenar varias horas de programa. "¿Cómo han visto hoy al señor Bárcenas?", pregunta Susanna Griso a los tertulianos que la acompañan esa mañana. Mientras responden, las mismas imágenes, una y otra vez.
Ha sido un encierro rápido y limpio. Mañana, otro. Ganadería Urdangarin.

lunes, 11 de marzo de 2013

Conciencias tranquilas


Además de ser la locomotora de la destrucción de empleo de Occidente y líderes mundiales en paro juvenil o agujeros bancarios, en España podemos presumir también de ser el país con el mayor número de conciencias tranquilas de todo el planeta. Ya pueden pillar a alcaldes o concejales en turbios negocios con mafiosos del Este de Europa. Ya pueden probar que los consejeros de cualquier Caja de Ahorros limpiaron las cuentas todo lo que pudieron y se adjudicaron millonarias indemnizaciones mientras dejaban en la ruina a pequeños inversores. Ya puedes ir borracho al volante y estrellarte de frente contra otro coche. O tener millones de euros en Suiza de los que no puedes acreditar su procedencia. O aceptar regalos de tramas corruptas. O aprovecharte de tu posición para forrarte, a cuenta del erario público, mediante una organización sin ánimo de lucro que, en el fondo, no tiene más ánimo que el de lucrarse. O mentir de manera sistemática -y premeditada- a tus votantes y al resto de ciudadanos. Da igual. Al final, lo que cuenta es tener ‘la conciencia tranquila’ y la ‘convicción de que no he cometido ningún delito’. Y en eso, ya decía, vamos sobrados.

El último ejemplo de la capacidad que tenemos en nuestro país para aferrarnos al cargo nos lo ha regalado el presidente de la Real Federación Española de Automovilismo. Ha dado positivo en un control de alcoholemia, pero no le parece una razón que lo desacredite en su puesto de representación. ‘Yo no he matado a nadie’, explica. Y tiene razón. Su argumento es la prueba del nueve a la hora de entender los mecanismos que rigen la mente de los españoles cuando de valorar una dimisión se trata. El asesinato -el homicidio, si quieren, aunque no lo tengo demasiado claro- es el punto a partir del que se tienen en cuenta los delitos susceptibles de provocar que alguien renuncie a su cargo. Si no has matado a nadie (queriendo), la dimisión todavía no es de recibo. No es para tanto. ‘Tengo la conciencia muy tranquila’. Quizás el único delito que se salte la norma y no haga necesaria la existencia de un muerto para renunciar sea el de violar niños. Aun así, siempre habrá quien no lo vea tan terriblemente trágico y disculpe este comportamiento con un ‘el problema es de los padres, que los visten de una manera que no me puedo controlar’.
El sainete de Ponferrada, con guion de Azcona y Berlanga, con concejales condenados por acoso, transfuguismo, puñaladas por la espalda y pactos en la sombra, es otro de esos ejercicios de contorsionismo en los que al terminar el político de turno sigue, contra todo pronóstico, bien sujeto a la poltrona. ‘Por responsabilidad democrática’ y porque, en el fondo, tienen la conciencia bien tranquila. Y eso es lo que vale.

En cuestiones de renuncias, no pido que España se convierta enAlemania, también en esto. A veces, con parecerse un poco al Vaticano tendríamos más que suficiente.