viernes, 4 de noviembre de 2016

Payasos

Hubo un tiempo no necesariamente mejor en el que no existía la leche desnatada, el café descafeinado o el tabaco bajo en nicotina. Hoy vivimos rodeado de toda clase de productos que han renunciado a su esencia en aras de un supuesto bienestar del que todos nos beneficiamos. En la sociedad profiláctica que hemos construido los refrescos azucarados han eliminado el azúcar, las galletitas saladas, la sal, y el PSOE, el poco socialismo que aún le quedaba en las venas.



Hace unos días se vivía noche de Halloween (no entraré a valorar la necesidad de implantar en nuestro país no la celebración en sí, sino una determinada estética y unos comportamientos netamente estadounidenses) y el absurdo rozaba el límite. Mientras los niños desfilaban de puerta en puerta en busca de caramelos (seguramente sin gluten, azúcares añadidos, colorantes y alma), un grupo de payasos diabólicos generaba eso que ahora se llama 'alarma social'. En una noche en la que la gente se disfraza con la intención de asustar, el problema para las autoridades se encuentra en el pánico que provocan esos disfraces. ¡Pero a quién se le ocurre atenerse al espíritu de la fiesta! El próximo año, los disfraces llevarán un 75% menos de intención de aterrorizar. Los payasos quedarán prohibidos, para eso ya tenemos a los profesionales que velan por todos nosotros.

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