lunes, 27 de mayo de 2013

De Sabrina y la memoria

Hace más o menos 25 años España alcanzaba su madurez sexual definitiva cuando, en plena Nochevieja, veía asombrada cómo un misil tierra-aire en forma de pecho de Sabrina salía disparado mientras la italiana perpetraba Boys, boys, boys. Unos años antes, la madurez que se alcanzaba (a la española, todo hay que decirlo) era la democrática, después de que fracasase el golpe de Estado escenificado por Tejero con su célebre “se sienten, coño”. Esa madurez democrática se había gestado durante el lustro anterior en una Transición modélica que enterró viejas heridas y que nos ha permitido disfrutar del período de estabilidad más duradero de nuestra historia.

Eso ocurrió así, ¿verdad? Lo vivimos, nos acordamos de todo. Podríamos jurarlo. Aunque, en realidad, el percance de Sabrina sucedió cuando interpretaba otra canción, la mítica frase no aparece por ninguna parte y la Transición… Sí, fue todo modélico, claro.



Nos empeñamos en distorsionar la realidad. O dejamos que nos la distorsionen. Por comodidad, por desidia, por falta de interés. La Biblia no habla de ninguna manzana en el Jardín del Edén, pero a nadie se le ocurre discutir que no fuera una manzana el fruto de la discordia.

Ahora Aznar ha regresado al mundo de los mortales, ese que un día decidió que le quedaba pequeño, y nos ofrece una versión de la realidad que a muchos nos cuesta digerir. Ni siquiera Berlusconi se libra de la nueva interpretación del mundo que ofrece el expresidente. Quien fuera un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo del político italiano desprecia ahora su nombre y lo deja a la altura de cualquier delincuente de medio pelo (pelo injertado, por cierto).

La actitud de Aznar, en cualquier caso, no debería extrañarnos. Rubalcaba sigue descargando responsabilidad en el partido de la acera de enfrente en lo referente a un desastre económico en el que él mismo participó por acción u omisión. En Valencia no tienen dinero ni para calentar las escuelas, pero todo es culpa de Zapatero y no de unas obras megalómanas en cuyas inauguraciones Camps podía lucir los trajes que se pagaba religiosamente. Sadam era un peligro para la Humanidad. Y el rey nos salvó del abismo.

Todo ocurrió así. ¿Ya no os acordáis?

jueves, 23 de mayo de 2013

Educación bipolar

No tengo muy claro si es peor retroceder varias décadas en cuestiones básicas cada ciertos años o pretender ser punta de lanza de un futuro incierto cada ciertos otros. Es decir, entre el avance y el retroceso me quedo con lo primero, pero no sé si compensan los continuos vaivenes a los que nos vemos sometidos. Hablo de un sistema educativo instalado en un permanente estado de psicosis, en un eterno estado de mutación, en una bipolaridad alentada por unos partidos a quienes poco les importa el futuro de los ciudadanos y mucho la posibilidad de implantar su código ideológico vía educación a las futuras generaciones.



Traer de vuelta la asignatura de Religión con todas las prebendas de hace décadas no puede ser nunca, reconozcámoslo, una apuesta de progreso. Y, ojo, probablemente esta sea una de las cuestiones de menor importancia de una recién aprobada ley en la que el consenso con oposición, educadores, padres y alumnos ha sido, digamos, escaso. Es necesario primar el esfuerzo, por supuesto. Es preciso acabar con unas cifras de abandono escolar alarmantes (el pinchazo de la construcción probablemente ayude a retener a muchos alumnos en las aulas). Y son esenciales reformas para elevar la calidad del sistema. Pero lo más fundamental es una estabilidad en ese mismo sistema que supondría, para los grandes partidos, alcanzar acuerdos y ceder en puntos clave de sus programas, cosas imposibles de llevar a cabo por culpa de su egoísmo y su falta de altura política.

La respuesta del PSOE a la enésima reforma del PP nos lo ha dejado una vez claro a todos: lo primero que harán en cuanto recuperen el poder (no os hagáis ilusiones con lo del fin del bipartidismo, ese día llegará) será, por supuesto, volver a reformar. Nos volverán a intentar convencer: “es por el bien de la sociedad y por el futuro de los alumnos”. Pero claro, ya no les creeremos.

jueves, 9 de mayo de 2013

Todos iguales. Todos idiotas

No quiero volver a entrar en el machismo del lenguaje, en la forma en la que el hombre (el hombre en su forma masculina) ha moldeado a su antojo el diccionario para desequilibrar en su favor la balanza de los sexos. Porque, oigan, es muy probable que sea cierto, y que las voces que se alzan en contra de esta desigualdad léxica tengan razón.
Lo que tengo bastante claro, eso sí, es que las arrobas no darán la razón a quienes exigen un cambio de mentalidad, una nueva forma de entender el lenguaje. Ni 'l@s niñ@s' serán más iguales por escribir como idiot@s ni los mayores verán la luz por una cuestión tan peregrina. La conducta no la marca el lenguaje. En todo caso, el lenguaje es un reflejo más de la realidad que vivimos.
En fin. No me lío, no merece la pena. Todo esto venía por la carta de la revista Mongolia que está aquí al lado y que me ha mostrado de nuevo hasta dónde llega la estupidez humana. Y no por la respuesta que, en un rápido conteo de los comentarios leídos en la fuente original de la imagen, era lo que ofendía a los lectores. Sino por una carta que, de ridícula, parece una parodia de ese igualitarismo exacerbado que lucha por nivelarnos a todos por debajo. Todos idiotas, vale. Pero todos iguales, que es lo importante.