viernes, 23 de agosto de 2013

El cuponazo

Desde hace varios meses escucho, unas cuantas veces a la semana (las consecuencias de escuchar las mismas emisoras de radio a las mismas horas) una cuña de la ONCE que me pone, literalmente, de los nervios. Anuncia el cupón de los viernes, más sustancioso que el diario, y está ambientado en lo que parece una redacción de periódico o algo parecido, obsesionada por recoger las declaraciones de todos los afortunados con ese premio.

El anuncio nos quiere vender que un montón de personas de todo el país ganan cada viernes ese cuponazo. La voz que nos guía por el spot es la del jefe de esa redacción ficticia, que dice algo así: "Ya hay ganadores del cupón de la ONCE de hoy, y tenemos que llegar a todos ellos. Fulanito, acércame el plano. A ver, Menganito, hay una familia en Cáceres, una pareja de jubilados en Mérida, y, YA QUE ESTÁS POR AHÍ, ¿podrás conseguir también al que ha ganado en PONFERRADA?"

Pero la flexibilidad geográfica no se queda ahí. Después de Menganito le toca el turno a Zutanito, auténtico héroe del anuncio. "Y tú, Zutanito, vete rápido para hablar con los ganadores de Oviedo y Santander. ¿Y podrás también con el de CARTAGENA?"

Será que me mosqueo por cualquier cosa, pero ¿tan difícil es hacer el mismo anuncio con un poco (un poco, solo) de precisión?

miércoles, 21 de agosto de 2013

Los dos deditos

Lo de los deditos. Los habéis visto, ¿no? Sabéis de qué va el asunto. La foto, la sonrisita cómplice, el brazo flexionado y los dedos índice y corazón extendidos, como diciendo "me faltan dos hervores". No uno, dos. Sí, estoy seguro de que no hace falta insistiros para que sepáis a qué me estoy refiriendo.

                                                      A mí es que me faltan cuatro.

No sé dónde comenzó la moda. Tampoco me hace falta saberlo, como tampoco conocer el foco preciso en el que se originó la peste negra. O la gripe española. Esta otra epidemia (¿podemos hablar de pandemia ya?) quizás no parezca tan letal como esas otras, pero la infección parece imparable y las consecuencias, imprevisibles. ¿Llegó desde el otro lado del Atlántico, de manos (y dedos) de algún futbolista a quien le faltan -precisamente- dos dedos de frente?

                                                                         Dani todavía está por la tabla del uno.

Ya digo que no lo sé. No me importa. Me preocupan más sus efectos devastadores, ya presentes en las fotografías que vemos a diario. ¿Copas con los amigos? Dos dedos. ¿La comunión del primo Rafa? Dos dedos. ¿Cenas de empresa? Dos dedos. ¿Renovar el DNI? Dos dedos.

¿Qué nos quieren decir con ese gesto? ¿Se trata de algún complejo código vetado para el hombre de a pie? ¿Es acaso algún tipo de contraseña para acceder a los locales de moda por los que se mueven estos personajes? ¿Terminará la humanidad abducida por tan ridículo comportamiento? Que levante la mano quien esté conmigo en esta lucha por la dignidad a la hora de posar para una foto. Pero, por favor, que deje los dedos en paz.

miércoles, 14 de agosto de 2013

¡Aforado!

La pasarela político-judicial por la que durante todo el año pasean nuestros cargos públicos para charlar durante unas horas con algún juez tiene como protagonistas estos días a antiguos y actuales secretarios generales del Partido Popular. Álvarez Cascos, Arenas y Cospedal han desfilado por ella para dejar las cosas claras en este asunto de los papeles y los sobresueldos. Han dejado claro, por supuesto, que no recuerdan nada y que no les consta que se hayan forrado (aún más) de una manera alejada de la más estricta legalidad.
En su camino hacia el entogado Ruz han tenido que escuchar los gritos y los insultos de esa otra cara de la realidad que, lejos de disfrutar de cuentas en Suiza, ha visto esquilmados sus pocos ahorros de toda una vida por culpa, en parte, de la codicia del sistema financiero y de la dejación de funciones de los políticos. Mientras el habitualmente dicharachero Javier Arenas (más circunspecto en esta ocasión) accedía a la Audiencia, sonaron los clásicos epítetos. “¡Ladrón! ¡Chorizo!”. Lo habitual, vamos. Pero hete aquí que uno de esos ‘preferentistas, en un arranque de genio, de lucidez meridiana, le dedicó un estruendoso “¡AFORADO!” que casi me tira del sofá. Me recordó a ese glorioso momento en el que el alcalde de Amanece, que no es poco entraba en el pueblo entre los vítores de sus vecinos. ¡Alcalde, todos somos contingentes, pero tú eres necesario!, le gritaban.


Agotados todos los adjetivos que podemos dedicarles a nuestros gobernantes, exhausta nuestra capacidad de indignación, finiquitado el diccionario de insultos, es hora de abrir nuevos caminos léxicos para expresar nuestra rabia. ‘Aforado’ como descalificativo es un hallazgo semántico que debería ser la punta de lanza de un moderno catálogo de palabras gruesas contra nuestros mandatarios.
“¡Mangante! ¡Legislador! ¡Corrupto! ¡SENADOR!” Yo lo veo.

viernes, 2 de agosto de 2013

El sabio, los tontos y la Luna

Cuando el sabio señala la Luna, el tonto mira el dedo. De sobra lo saben nuestro presidente y su equipo de comunicación, autores de anteriores éxitos como 'la niña de Rajoy'. Su último hallazgo ha sido ese 'fin de la cita' que se convirtió, de manera irremediable, en lo más comentado tras su comparecencia para aclarar el asunto de Bárcenas, los sobresueldos y la financiación ilegal de su partido. Evidentemente, Mariano saldó todo el asunto con un atronador 'no a todo' y, hábil cual prestidigitador, nos engañó con ese recurso que nos distrajo durante todo el día y nos hizo olvidar (casi) los motivos importantes de su presencia en el Senado. Rajoy se hace el tonto, pone cara de tonto, reconoce haber sido un tonto por confiar en su extesorero. Pero, en confianza, ¿quién se ha quedado mirando el dedo mientras él nos señalaba la luna de Valencia? ¿Quiénes son los tontos en esta comedia?


                                                                Allí, miren allí. No se lo pierdan.