miércoles, 25 de septiembre de 2013

Universos paralelos

Uno de los argumentos clásicos en las historias de ciencia ficción es el de los universos paralelos, ese escenario que la física cuántica y la teoría de cuerdas nos han hecho desear de manera compulsiva. En esas historias, el protagonista encuentra de la manera más insospechada la puerta a otro mundo prácticamente igual al suyo pero en el que ciertos elementos no son como siempre ha conocido. Pequeñas diferencias como las hamburguesas y las patatas fritas con mayonesa de Ámsterdam, por ejemplo.

El visitante se adentra en ese universo alternativo y, de repente, el presidente de los Estados Unidos es negro, el Papa nunca ha sido de derechas y hasta parece progresista y Celia Villalobos preside el Congreso de los Diputados, aunque sea de manera circunstancial. Lo primero que hace el protagonista, claro, es buscar un periódico (en ese mundo todavía existen) para buscar respuestas, para entender lo que ocurre a su alrededor. Y entonces lo entiende. El rey está otra vez en el hospital, rodeado de toda la corte habitual de aduladores y aprovechados, Gibraltar sigue siendo la cortina política perfecta y Rajoy preside una nación que, de tanto crecer, está a punto de llegar a la nada más absoluta. No hay un universo paralelo, claro. Es la realidad la que se salió hace tiempo (¿estuvo alguna vez dentro?) del carril de la lógica y nos arrastró con ella a esta otra vía que discurre a su lado pero que jamás volverá a cortar. A veces, simplemente, recordamos que la otra existe y hasta nos parece que podemos regresar a ella. Que volvemos y la pisamos, y notamos todas esas pequeñas diferencias. Hasta que el periódico nos sacude con toda la violencia que un trozo de papel puede hacerlo y nos sitúa de nuevo en nuestra verdadera realidad. La paralela.



domingo, 8 de septiembre de 2013

Tongo olímpico

Una vez más, el atávico odio hacia nuestro país, la envidia que el resto del mundo nos tiene por ser LOS MEJORES del planeta, nos ha dejado sin Juegos Olímpicos

De nada ha servido tener EL MEJOR proyecto (lo cierto es que nadie conocía los otros dos, pero no importa: el nuestro ganaba y punto, esto es así). De nada ha servido porque los miembros del COI, sensatos, cabales y prudentes si nos hubieran elegido, mutaron en viles sanguijuelas corruptas en el momento en el que decidieron votar otra opción. No sé qué es lo que quieren estos señoritos. Pero si es que tenemos DE TODO. Sitios para ver, gente simpática, cafés con leche en la Plaza Mayor... ¡Si les pusimos un vídeo con Antonio Banderas y Alejandro Sanz! ¿Pero qué más quieren? Si hasta el príncipe, tan preparado, tan formal, tan Borbón, estaba en Buenos Aires para apoyar la candidatura. Él, su mujer y otras 200 personalidades de todo pelo a las que les pagamos el viaje porque su presencia allí era IMPRESCINDIBLE. 

No sé qué puede haber fallado. ¿Qué quieren? ¿Fiabilidad, solvencia, desarrollo tecnológico, seriedad? ¿De verdad eso es importante? ¿Pero es que no se fijaron en la ilusión que le puso la alcaldesa en su intervención? ¡Pero si hasta casi se entendió lo que quiso decir!



Mientras el nombre de Madrid se caía de la carrera olímpica, una palabra recorrió el mundo entero: TONGO.