A los españoles
nos gusta opinar de todo sin saber de nada, la cerveza, el fútbol, la tortilla
de patata (sobre todo con cebolla) y Gran Hermano. Pero lo que más nos gusta es
la física cuántica. Al menos, la teoría nacida de esta rama de la ciencia que nos plantea la existencia de infinitos
universos paralelos al nuestro, todos ocultos, todos igual de reales que este cajón desastre de estrellas, donde todo tiene cabida.
Imaginar lo que
ocurriría en uno de esos mundos alternativos es una de nuestras distracciones
favoritas. Hay días en los que parece que no hacemos otra cosa. Nos levantamos,
encendemos la radio y escuchamos a Marhuenda justificar lo injustificable. Y
brota de nuestros labios la primera de las hipótesis de la jornada: “Claro,
Paco, pero si Rita Barberá fuera socialista seguro que no dirías eso, ¿verdad,
hipócrita?” ¿Cómo sería el universo en el que Rita luce con orgullo las siglas del PSOE? ¿Serían las fallas un poco más frías o también se dejaría sentir el caloret? ¿Mantendría la alcaldesa de España impecablemente peinado el casco que luce en la cabeza? ¿Cuántas perlas contaríamos en su collar? Esto último no lo tenemos tan claro, pero podríamos suponer, con bastante acierto, que Paco no sentiría la misma afinidad por ella.
Las
ramificaciones y las menciones a mundos allende nuestro cosmos son
interminables. “Si los titiriteros se metieran con los homosexuales, o con las mujeres, seguro que
no veías mal que los encarcelaran”. “Si Pablo Iglesias viviera en
Venezuela a lo mejor no diría lo que dice”. Si Rajoy viviera con 400 euros, si
lo que ha hecho Carmena lo hubiera hecho Botella, si en vez de Messi el gol lo
mete uno de la Ponferradina, si Obama fuese Trump, si en vez de la Iglesia Católica fuese el Islam, si A fuera B, o C, o D…
Las posibilidades son ilimitadas y, aún más
importante, imposibles de conocer. Pero nada nos detiene a la hora de imaginar
mundos en los que la realidad se acomoda mejor a nuestros deseos. Porque, he
ahí la cuestión, cuando planteamos la duda sobre lo que ocurriría bajo
determinadas coordenadas, no hacemos más que reafirmarnos una y otra vez en
nuestras posiciones y, de paso, atizar al que no piensa como nosotros. Si mi abuela
tuviera ruedas, sería una bicicleta. Muy bien, de acuerdo. Pero si mi abuela
fuera del PP seguro que no pensarías eso, ¿verdad, hipócrita?