viernes, 13 de julio de 2018

Todos mis amigos se llaman Pablo Casado

Uno, dos, tres, cuatro.

Todos mis amigos se llaman Pablo Casado,
pulserita de España, muchos son abogados.
Nuevas Generaciones, secretariado,
el máster en Harvard, los posgrados.

Joder con los padrinos, qué nivelazo,
Esperanza, Aznar, y muchos imputados.
Cómo hemos subido, otros dirán trepado,
puestillo en el partido, el escaño.

Pablo Casado, Pablo Casado,
todos mis amigos se llaman Pablo Casado.
Pablo Casado, Pablo Casado
todos mis amigos se llaman Pablo Casado.

Todos mis amigos se llaman Pablo Casado,
siempre del PP, jamás de Ciudadanos.
Daniel Lacalle, el nuevo Hayek, ¿nuestra ideología?: libre mercado.
Las fosas de la guerra, vaya coñazo. Joder con los abuelos, siempre molestando.
Las mechas rubias, jerséis de pico, coderas y gomina, todos uniformados.
El 15-M fue un gran pestazo. ¿Derechos sociales? Son cosas del pasado.

Pablo Casado, Pablo Casado
todos mis amigos se llaman Pablo Casado.
Pablo Casado, Pablo Casado,
todos mis amigos se llaman Pablo Casado.

Pablo Casadooo...
Pablo Casadooo...
Pablo Casadooo...
Pablo Casadooo...
Pablo Casadooo...

lunes, 21 de mayo de 2018

El chef Tony

El chef Tony lleva años presentando desde ese milagro llamado teletienda los más diversos utensilios para la cocina. Son artículos que nunca has creído necesarios pero que en sus manos se revelan como indispensables. Compre, compre, compre, sólo 39 con 99. Y si llama ahora le regalamos otro igual. Quizás las estrellas de su catálogo sean los cuchillos dignos de los samuráis que con su mágica aleación permiten cortar un tomate en finísimas rodajas para a continuación arremeter contra una lata de Pepsi o un tornillo del calibre 22, en el caso de que alguien necesite rebanar metal en un momento dado. Tony, acompañado por la presentadora del programa, una pequeña y sonriente mujer con aspecto de vecina cotilla de Wisteria Lane, utiliza todos y cada uno de los cuchillos que componen el juego para dejar clara su polivalencia. Este para cortar el pan, otro para deshuesar la carne, uno más para trinchar el pavo, aquel para las verduras... ¿Todavía no tiene esos cuchillos? No me sea y llame al número que aparece en pantalla, no se arrepentirá.



El domingo madrugué más de lo deseado y, abrumado por el silencio que me envolvía, encendí la televisión. Llegué a uno de los canales que se alimentan de teletiendas hasta que la gente respetable desayuna y me topé con Tony. Mantenía su bigote, estaba un poco más fondón, la cocina había cambiado, al igual que su compañera, más joven pero igual de entusiasta que la anterior, pero en esencia todo era igual. En el programa que vi, el chef Tony cortaba apio, zanahorias, pollo y hasta latas de Pepsi con unas tijeras. Nada de cuchillos. Los cuchillos son ahora un engorro, dice. ¿Quién quiere tener una multitud de cuchillos abarrotando cajones si con unas simples tijeras consigues lo mismo? Por no hablar de la guarrada de cortar los alimentos sobre una tabla de madera que absorbe todos los olores. Los cuchillos son de bárbaros. Miren, miren lo poco que tardo en hacer esta deliciosa ensalada con ayuda de mis tijeras.

Seguí viendo durante un buen rato las elaboraciones del chef Tony, y mientras pensaba que todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión, también me preguntaba quién me iba a devolver el dinero de los cuchillos.