miércoles, 21 de agosto de 2013

Los dos deditos

Lo de los deditos. Los habéis visto, ¿no? Sabéis de qué va el asunto. La foto, la sonrisita cómplice, el brazo flexionado y los dedos índice y corazón extendidos, como diciendo "me faltan dos hervores". No uno, dos. Sí, estoy seguro de que no hace falta insistiros para que sepáis a qué me estoy refiriendo.

                                                      A mí es que me faltan cuatro.

No sé dónde comenzó la moda. Tampoco me hace falta saberlo, como tampoco conocer el foco preciso en el que se originó la peste negra. O la gripe española. Esta otra epidemia (¿podemos hablar de pandemia ya?) quizás no parezca tan letal como esas otras, pero la infección parece imparable y las consecuencias, imprevisibles. ¿Llegó desde el otro lado del Atlántico, de manos (y dedos) de algún futbolista a quien le faltan -precisamente- dos dedos de frente?

                                                                         Dani todavía está por la tabla del uno.

Ya digo que no lo sé. No me importa. Me preocupan más sus efectos devastadores, ya presentes en las fotografías que vemos a diario. ¿Copas con los amigos? Dos dedos. ¿La comunión del primo Rafa? Dos dedos. ¿Cenas de empresa? Dos dedos. ¿Renovar el DNI? Dos dedos.

¿Qué nos quieren decir con ese gesto? ¿Se trata de algún complejo código vetado para el hombre de a pie? ¿Es acaso algún tipo de contraseña para acceder a los locales de moda por los que se mueven estos personajes? ¿Terminará la humanidad abducida por tan ridículo comportamiento? Que levante la mano quien esté conmigo en esta lucha por la dignidad a la hora de posar para una foto. Pero, por favor, que deje los dedos en paz.

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