lunes, 18 de enero de 2016

Príncipes y reinas y viceversa

El último rifirrafe del día termina, el plató apaga las luces y las criaturas que durante todo el día han poblado de chismes la parrilla televisiva descansan durante unas horas en la habitación que comparten al terminar sus preindustriales jornadas laborales.

¡Pero silencio! ¡Despertaréis a Belén, la primera en abrazar el sueño después de horas de gritos, llantos y carcajadas! Justo en las literas de enfrente, los dos Kikos apuran los últimos minutos del día compartiendo por whatsapp los cotilleos que se quedaron sin espacio. A su alrededor, ya en pijama y con los dientes limpios, el resto de colaboradores habituales con los que conviven 24 horas diarias. Un poco más allá, en el rincón donde se apilan cintas viejas de los tiempos de las Mama Chicho, es donde descansan los invitados secundarios que durante algunas semanas se dedican a rellenar huecos de la programación. Son los exnovios, los familiares lejanos y los vecinos de los protagonistas de las informaciones. También ellos deben permanecer de guardia en Telecinco para aparecer en cualquier programa en cuanto su presencia es necesaria.

La habitación ya está en silencio. El eco del tráfico de la autovía se convierte en un murmullo que apacigua a las bestias. A esas horas de póker, brujas y teletiendas, la puerta se abre por última vez y permite entrever el rostro que se asoma a ver esta hermosa fraternidad. Paolo Vasile mira con ternura su creación mientras susurra, para no despertar a nadie, la letanía de cada madrugada:

-Buenas noches, príncipes de Gran Hermano, reyes de Sálvame Deluxe.

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