lunes, 4 de enero de 2016

Las mocitas madrileñas ya no quieren ser princesas

Cuando las fans empezaron a arrojarse al coche de Zamorano, las camisetas de Parmalat y Zanussi de Juanito y Camacho se rasgaron súbitamente. Los que nos aferrábamos a ellas cosimos los costurones y seguimos apelando a las remontadas imposibles.

Las medias por los tobillos de Gordillo dieron paso a la pernera subida hasta la rodilla de Anelka. La estética podía ser discutible en ambos casos, pero la lectura era bien diferente: de lo aguerrido pasamos a lo extravagante; del combate sin artificios en el terreno de juego, al artificio inane en el terreno vital.

El Buitre empezó a acompañar con ensaladas sus festines hasta que se volvió vegetariano y no hubo más remedio que enjaularlo en el banquillo . Lo de Raúl, esa Lola Flores que ni corría, ni saltaba, ni regateaba, pero metía más goles que nadie, fue incluso más extraño. Que no saliera del Bernabéu desorejado y entre las almohadillas del respetable fue casi un milagro. Por entonces, el Big Bang galáctico ya había alcanzado Concha Espina. Su resplandeciente fulgor, tan hermoso como peligroso, abrasó nuestras retinas y nos dejó ciegos ante lo que sucedía ante nuestros ojos.


                                   Plantilla del Real Madrid C.F. Temporada 2015/2016

El circo Pérez, inspirado probablemente en la parada de los monstruos de Tod Browning, sigue añadiendo atracciones a un espectáculo donde el fútbol hace tiempo que ocupa un lugar secundario. Los jugadores se han pasado ahora al film noir y hasta James coquetea con formar parte de la franquicia Fast & Furious.


Las mocitas madrileñas ya no quieren ser princesas, pero algunos futbolistas sí. Y hasta reinas, aunque sea por un día.

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