jueves, 20 de febrero de 2014

Sorteo condicionado

El 23 de febrero, además de volver a recordar ese mágico momento de los tricornios y los disparos en el techo, se celebra en Niza el sorteo de la fase de clasificación de la Eurocopa 2016, en la que la brava selección hispana tratará de encadenar su tercer título consecutivo y hacer de esta manera Historia en una competición que...

A lo que vamos.

El sorteo en cuestión no será puro, sino que se manejarán dos variables para condicionar en cierta manera su resultado. Una de ellas obedece a criterios económico-televisivos (algunas selecciones irán obligatoriamente a grupos más grandes para que jueguen más partidos, para que se televisen más, para generar más ingresos...) y la otra atiende a cuestiones políticas. Este es precisamente el punto que llama la atención. La UEFA evitará en los emparejamientos dos posibles partidos muy concretos. Armenia no se podrá enfrentar a Azerbaiyán, porque parece ser que los vecinos aún no han superado lo del Nagorno Karabaj. El otro enfrentamiento prohibido, el segundo choque tabú, tiene a España como protagonista. En ningún caso nos podrá tocar en el grupo de clasificación a la debutante selección de Gibraltar... por cuestiones obvias.

Aquí es donde me pregunto si, como en el caso del Peñón, no podríamos también negarnos a jugar contra otra selecciones. A luchar contra nuestros fantasmas renunciando a un encuentro directo con ellos. Evitar a los franceses, con sus aires de grandeza, sus estúpidos quesos y su cine aburrido. Renunciar a jugar contra los italianos que seducen a nuestras mujeres. Negar el saludo en el centro del campo a la siempre eficaz selección alemana, porque nos repatea la política económica de Merkel.

                                                      Xavi y Sergio Ramos, durante un entrenamiento de la Selección.

Podemos ir más allá y eliminar de la lista de rivales a Hungría, Letonia o Chipre, porque desmerecerían nuestro brillante fútbol. Boicotear a los rumanos, porque bastante tenemos que soportarles ya en nuestras calles cada día. Borrar de nuestras preferencias en el sorteo a los países nórdicos, con jugadores más rubios y mucho más altos que nuestros gloriosos 'bajitos'. No plantearnos siquiera la posibilidad de jugar contra Portugal hasta que Cristiano Ronaldo deje de depilarse las cejas. Reclamar, en fin, un grupo propio, en el que solo quepa España como miembro y rival, como juez y parte.

Y, cuando lo hayamos conseguido, comenzar a debatir qué comunidades autónomas deben tener una mayor representación en la lista de convocados, y enfrentar a Cataluña con Andalucía, a Asturias con Baleares... Como españoles que somos.

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