Aparece Alejo en el anuncio preocupado por el insostenible tamaño del Estado, lastrado por la inagotable lista de instituciones públicas que dan de comer a políticos de carrera y aprovechados en general. Lo dice él, al parecer perfecto conocedor de un sistema en el que ha ejercido como concejal, diputado autonómico, senador y diputado europeo, de manera ininterrumpida, desde hace casi tres décadas.
Así de gordos los tengo. Como pomelos gigantes.
Da a entender Alejo en el anuncio que no podemos mantener semejante tinglado, un gasto de ese calibre al que nos obliga esta descomunal estructura política. Y me acuerdo (déjenme ser demagogo, dejen que me embarre en el fango del populismo de nuestros representantes políticos) de la defensa que hizo hace unos años de los viajes en primera por parte de los eurodiputados. “Necesidad objetiva” de viajar en el avión como los privilegiados que son, decía cuando desde algunos frentes se insinuó la posibilidad de que sus viajes a Bruselas no nos salieran a los contribuyentes por un pico.
Espero que renueve su escaño allí y siga defendiendo con nuestro dinero la necesidad de adelgazar el Estado que le da de comer. Lo deseo, Alejo.
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